Primera casa de vicio derribada en la localidad de Suba en Bogotá. Foto Mauricio Orjuela.
La medida del Presidente Santos de derribar las ollas es
como el cuento aquel del marido celoso que decide vender el sofá para que su
esposa no le sea infiel. Las redes de micro tráfico no se concentran en las
ollas.
De hecho, allá llegan quienes ya están en la peor etapa de su consumo y
no tienen donde más vivir. Los jíbaros están donde menos pensamos: en la esquina del
barrio, en los colegios, en las universidades, centros comerciales, discotecas, y hasta en la propia casa.
Pero como dicen por
ahí “palo porque bogas y palo porque no”. No me voy a dedicar a darle palo al
Presidente Santos. Es mejor tomar acciones que no hacer nada. Pero ojalá que la
destrucción de las casas de vicio venga a acompañada de un programa de atención
de los drogadictos en etapa avanzada. Porque insisto, ellos no son el problema.
Son solo víctimas de la delincuencia organizada que les vendió la droga hasta
llevarlos a ese estado.
La caída de esos muros debe venir de la mano de un programa
de acompañamiento para esas personas. Algo
así como lo que propone la Bogotá Humana en atención a los enfermos de
la droga. Porque ellos son enfermos y hay que tratarlos como tal. En esos lugares, deberían levantarse,
por ejemplo, centros de atención para ellos. Sólo en ese caso se justificaría
su demolición.
La droga es un veneno que entra a la casa de las personas sin darse
cuenta. Por estos días en radio he escuchado un comercial en la radio de
Naciones Unidas donde Falcao da consejos a los más jóvenes. Él les dice que los
verdaderos campeones no necesitan droga. Pero también le habla a los padres, le
dice que es sano hablar de drogas en la casa con los hijos.
No sé cuál será la edad ideal. Creería yo que es después de
los seis y siete años cuando están en pleno descubrimiento del mundo. O antes
si se lo preguntan a uno. Una conversación franca y abierta a tiempo con
nuestros hijos acerca de lo que es la
droga, cómo se llega a ella y todo lo que produce en nuestras vidas, es
oportuna. Los niños son muy inteligentes y saben captar el mensaje muy bien.
Hasta luego,
@RicardoSolarte
@RicardoSolarte