Tuve la oportunidad de conversar
con uno de los prestamistas que trabajan con el sistema gota a gota en El
Restrepo, uno de los sectores más populares de Bogotá. Mi fuente se especializó
en los comerciantes de calzado y diariamente recorre las calles de este populoso
barrio recogiendo las cuotas pactadas.
Aún no salgo de mi asombro. Sabía
que este sistema era costoso, pero nunca imaginé que tanto. El negocio funciona
así: el crédito tiene “en teoría” un costo de 10% mensual y normalmente se
pacta un plazo de 40 días hábiles para pago diario.
Veamos un ejemplo: una persona
pide prestado 1 millón de pesos. El prestamista se los da y enseguida pactan una
cuota diaria de 30 mil pesos en los siguientes 40 días hábiles. Esto suma, al
final del crédito 1 millón 200 mil pesos.
En teoría quien toma el crédito
piensa que el interés que está pagando
es de 10% mensual. Sin embargo, no ha sacado las cuentas que el prestamista sí las
tiene bien claras. Y es que si al siguiente día en que la persona recibe su
millón de pesos, ya debe pagar los primeros 30 mil pesos. Eso significa que su capital se
redujo: ya no tiene 1 millón de pesos, sino 970 mil pesos. De esta manera el
interés se va incrementando cada día en un pequeño porcentaje.
Esto hace que al final del
crédito, la persona pague un interés del 33% mensual. A vuelo de pájaro, y
sumando cada mes, el costo de ese crédito sería de 396% efectivo anual. ¿Absurdo
no?
Ahora veamos el costo de ese mismo
millón de pesos en el sector financiero formal. La tasa de microcrédito permitida
por la Superfinanciera es de 36.63% efectivo anual. Ojo, este costo es anual.
Si se divide en costo mensual no superaría el 4% mes vencido. ¿Qué tal?
Aunque parezca abogado del
diablo, hay que reconocer que en cualquier caso es mucho más barato adquirir
deuda con la banca que con el prestamista.
Una de las excusas que ponían los
microempresarios era la dificultad para acceder al crédito. Eso ha cambiado, hay
entidades especializadas en el sector que se están esforzando por ser oportunas
y de esta manera atender la necesidad de liquidez de manera inmediata.
Gota a gota, así se desangra el microempresario
sin darse cuenta. Lo más grave del caso es que quien cae en este sistema normalmente
desarrolla una adición al mismo de la que es muy difícil salir. Por eso, la
banca debe seguir dándose el lapo para ser más oportuna en atender las
necesidades de liquidez de los más pequeños, y acabar de una vez por todas con
este flagelo.
Seguir a Ricardo Solarte en Twitter: www.twitter.com/@ricardosolarte
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