jueves, 20 de junio de 2013

El venenoso “gota a gota”


Tuve la oportunidad de conversar con uno de los prestamistas que trabajan con el sistema gota a gota en El Restrepo, uno de los sectores más populares de Bogotá. Mi fuente se especializó en los comerciantes de calzado y diariamente recorre las calles de este populoso barrio recogiendo las cuotas pactadas.

Aún no salgo de mi asombro. Sabía que este sistema era costoso, pero nunca imaginé que tanto. El negocio funciona así: el crédito tiene “en teoría” un costo de 10% mensual y normalmente se pacta un plazo de 40 días hábiles para pago diario.

Veamos un ejemplo: una persona pide prestado 1 millón de pesos. El prestamista se los da y enseguida pactan una cuota diaria de 30 mil pesos en los siguientes 40 días hábiles. Esto suma, al final del crédito 1 millón 200 mil pesos.

En teoría quien toma el crédito piensa  que el interés que está pagando es de 10% mensual. Sin embargo, no ha sacado las cuentas que el prestamista sí las tiene bien claras. Y es que si al siguiente día en que la persona recibe su millón de pesos, ya debe pagar los primeros  30 mil pesos. Eso significa que su capital se redujo: ya no tiene 1 millón de pesos, sino 970 mil pesos. De esta manera el interés se va incrementando cada día en un pequeño porcentaje.

Esto hace que al final del crédito, la persona pague un interés del 33% mensual. A vuelo de pájaro, y sumando cada mes, el costo de ese crédito sería de 396% efectivo anual. ¿Absurdo no?

Ahora veamos el costo de ese mismo millón de pesos en el sector financiero formal. La tasa de microcrédito permitida por la Superfinanciera es de 36.63% efectivo anual. Ojo, este costo es anual. Si se divide en costo mensual no superaría el 4% mes vencido. ¿Qué tal?

Aunque parezca abogado del diablo, hay que reconocer que en cualquier caso es mucho más barato adquirir deuda con la banca que con el prestamista.

Una de las excusas que ponían los microempresarios era la dificultad para acceder al crédito. Eso ha cambiado, hay entidades especializadas en el sector que se están esforzando por ser oportunas y de esta manera atender la necesidad de liquidez de manera inmediata.

Gota a gota, así se desangra el microempresario sin darse cuenta. Lo más grave del caso es que quien cae en este sistema normalmente desarrolla una adición al mismo de la que es muy difícil salir. Por eso, la banca debe seguir dándose el lapo para ser más oportuna en atender las necesidades de liquidez de los más pequeños, y acabar de una vez por todas con este flagelo.

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jueves, 13 de junio de 2013

Réquiem industrial ¿quién sigue?

Foto: www.regalospublicitarios.com

Esta semana el turno fue para Icollantas, una empresa nacional emblemática que por más de medio siglo generó desarrollo y empleo para muchas familias, dijo adiós. Cierra su planta de producción porque no puede competir con las llantas que entran de otros países a precios mucho más bajos.

Hace apenas un par de meses se despidió la firma Hernando Trujillo. Aunque en este caso hubo problemas en la gerencia después de que pasara a manos de la segunda generación, lo cierto es que la industria de la confección está amenazada con la entrada masiva de prendas de la China e India a precios con los que es difícil competir.

¿Qué está pasando? Las empresas locales no están preparadas para enfrentar la competencia externa, donde gracias a diversos factores, como las políticas de Estado, se puede ser más competitivo. Como lo dijo un líder gremial a la revista MisiónPyme que está próxima a salir: “Colombia es un país de economía abierta, pero con unos costos de producción de economía cerrada”.

Producir aquí es costoso en términos de mano de obra, servicios como la energía y el gas (unas de las más caras del continente), más la cascada de impuestos distritales y nacionales. Para rematar: las devoluciones de IVA, que deberían hacerse de manera eficiente, pues se trata de dinero de la empresa y no del Estado, se demoran por encima de los seis meses. En síntesis: los empresarios están financiando al Estado. Faltaba más.

La edición especial de la Revista MisiónPyme, que sale al mercado la próxima semana, en la que se analizan 30 sectores de la economía, y donde participé como investigador y redactor, muestra la cruda realidad de la industria local. Al conversar con muchos de los empresarios, uno queda con la  sensación de que aquí no hay nada más que hacer, y apague y vámonos.

Es cierto que no pasa con todos los sectores, pero la mayoría están siendo afectados de manera grave con la entrada en vigencia de los tratados de libre comercio que se firmaron en el gobierno pasado y en este. Y lo más preocupante es que vienen más. Colombia adoptó un modelo de economía abierta en el que no hay vuelta de hoja; por eso en el Senado hace curso un TLC más: Corea del Sur.

¿El problema es el libre comercio o la pobre competitividad de nuestros empresarios? Yo diría que lo segundo, pues los países desarrollados logran fortalecer su industria a raíz de los tratados.  La solución que está dando el Gobierno a los afectados se basa en una política de subsidios a diestra y siniestra. Cada vez que un sector sale a protestar por sus difíciles condiciones, se le da contentillo. Y esos  recursos finalmente salen del bolsillo de todos los colombianos.

Es cierto que en estos tiempos de globalización, un país no podría quedarse con una economía cerrada, como una isla. Pero  también lo es que cuando se decide dar ese paso se deben hacer todos los ajustes internos necesarios para que no haya muchas víctimas en el camino. Es probable, para pesar nuestro, que el caso de Hernando Trujillo y el de Icolllantas sean sólo los primeros de muchos. Espero, y deseo estar equivocado.

sábado, 8 de junio de 2013

Los cuatro pecados de un disc jockey


Foto: www.waydn.com 

Para el cumpleaños de una de mis amigas recomendé un sitio de rumba en la zona rosa de Bogotá: Nuvo Bar. El año pasado había estado allá y todo fue bueno: la atención, la música,  el sitio agradable, buen sonido y sobre todo: un disc jockey que respetaba las canciones y las dejaba sonar en sus versiones originales, sin interferencias. Algo muy escaso en Bogotá.

De eso ya no queda nada. El bar cambió de dueño y todo se acabó. Ahora no entran ni moscas, y según me contó la persona encargada de la barra, este fin de semana fue el último del famoso Nuvo. En adelante tendrá otro nombre para convertirse, seguramente, en una de esas “corporaciones privadas”, como se hacen llamar legalmente los amanecederos.

Como pueden preverlo, quedé como un zapato con mi grupo de amigos por recomendar un sitio que en otrora era una rumba buenísima y que pasó a ser uno más de la lista de esos lugares con música estridente, y amenizado por un disc jockey que no respeta la música, ni a los rumberos.

Eso me inspiró para establecer los cuatro pecados de un disc jockey:

1.     Pone un volumen muy alto con demasiados brillos: Una de las claves del éxito de Andrés Carne de Res, el mejor bailadero de Colombia y seguramente de  Latinoamérica, es sin duda su música y sonido. El volumen es justo el necesario, con los brillos y bajos ideales, que dejan disfrutar la melodía y no cansan al oído. Además, se puede conversar y se escucha al interlocutor sin mucho esfuerzo. Ese ingrediente le da magia a este lugar, y hace que los momentos vividos allí adentro perduren para siempre en la memoria de las personas. 

2.       Mezcla, mezcla, y no se cansa de mezclar: De un tiempo para acá se cree que el mejor disc jockey es aquel que hace las mezclas más largas y con más efectos especiales. Eso no es cierto, a no ser que se trate de amenizar rumbas electrónicas. Tal vez ahí funcione bien ese estilo. Pero si hablamos de una rumba crossover las mezclas no son necesarias. De hecho, son fastidiosas. Uno saca a bailar a una persona una canción, no dos ni tres en línea.

3.  Altera las revoluciones del tornamesa para que las canciones suenen más rápido: Además de las mezclas, algunos disc jockey  que se las dan de creativos  piensan que la velocidad natural de las canciones no es la que más se ajusta a su estilo y le ponen más revoluciones. Ojo! la música es para disfrutarla como sus autores con tanto esfuerzo la compusieron, cuando se altera su velocidad se mata todo su encanto.

4.     Pone un “chispum-chispum” interminable a todas las canciones: En algunas rumbas uno no sabe si está bailando un reguetón, vallenato, salsa o merengue, pues en todas las canciones se oye de fondo un chispum-chispum propio de los ritmos electrónicos, bastante agotador.

Sé que algunos pensarán que el problema no son los disc jockey´s, sino el autor de esta columna que ha estado en las rumbas equivocadas. Pero no es así, una vez estuve en una viejoteca porque disfruto la música bailable de antaño, y hasta en ese lugar le metieron el “chispum-chispum” del que les hablo.

Todo esto me ha llevado a ser cada vez más amigo de las reuniones en casa. Por el bien de la rumba bogotana, ojalá los disc jockey´s acogieran mis sugerencias.

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jueves, 6 de junio de 2013

¿Qué pasa con los noticieros de TV?

Una fuente que trabaja dentro del Sena me contó que esta entidad está en paro en todo el país. Y donde está operando, lo hace a  media marcha desde hace más de dos semanas. ¿Por qué no ha salido nada de esto en los medios masivos de comunicación?

Debo confesar, aunque parezca irresponsable por tratarse de un periodista, que hace más de un mes saqué a la televisión de mi vida. No veo televisión y esto incluye a los noticieros. La razón: los contenidos que me ofrecen RCN  y Caracol no me aportan a tener una visión amplia de país.

Nada ha pasado desde que dejé de verlos y no me he sentido chiviado (como se le llama al periodista que no sabía un hecho importante). Puedo mantenerme informado con la radio, el internet y mi suscripción a la Revista Semana.

Ahora, con el tema del Sena y su escaso, por no decir nulo cubrimiento, compruebo mi tesis: los medios masivos están ausentes de las reales problemáticas del país. Muy a pesar de sus televidentes, llenan sus parrillas con noticias sensacionalistas, que escarban los síntomas pero no la enfermedad.

Para ser más claro: la mitad del contenido del noticiero del mediodía corresponde a muertes violentas, muchas de ellas por grupos armados, otras por delincuencia común, unas más por riñas en los barrios, y otras por violencia intrafamiliar.  No está mal que lo registremos, ese es el país en el que nos tocó vivir.

Pero ojo, la violencia es apenas el síntoma de una sociedad enferma. ¿Cuál es la enfermedad?  Hacia  la respuesta de esta pregunta deberían dirigirse las notas cuando se registra toda esta información. A eso se suma que los temas realmente importantes, que deben estar en la agenda pública como el paro del Sena, no tiene el despliegue necesario en los medios.

De rescatar el caso de Noticias Uno. Un noticiero que tiene agenda propia y sabe que su rating depende de qué tan independiente sea. Dejan de lado el sensacionalismo y el periodismo de masas (el que anda detrás de un ministro o miembro del gobierno para lograr una declaración), para apostarle a la investigación.

Me perdonan mis colegas de televisión si sueno duro con mi post, pero es algo que tengo adentro y que quiero compartir con mis lectores. Un abrazo cordial para ellos y una invitación para mis lectores a que asuman una posición más crítica acerca de los contenidos de los medios de comunicación.

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