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En este mes celebramos 50 años de
uno de los discursos más memorables de la historia reciente: El de Martin Luther
King durante la mayor manifestación por la libertad realizada el 28 de agosto
de 1963 frente al monumento de Abraham Lincoln en Washington DC. Coincide con el Paro Nacional Agrario convocado por los movimientos campesinos del
país en el que se reúnen los cultivadores de papa, lecheros, cafeteros; y en
general, quienes están viendo afectados sus intereses con los cambios que ha
sufrido la economía en los últimos años.
Para quienes ´inocentemente´
creen que los tratados de libre comercio se pueden reversar, no es así. Lo que nos queda es adaptarnos a unas nuevas
condiciones del mercado. Y el Estado tiene una gran responsabilidad en la adopción de políticas de corto, mediano y largo plazo para que tengamos un campo más competitivo. Se sabía que el agro colombiano no estaba preparado
para enfrentar las nuevas reglas de juego, siempre lo advirtieron y de muchas maneras, pero nunca se pensó que el
daño iba a ser tan grande. Sobre todo, en los más pequeños.
Las imágenes que circulan en
redes sociales y en los noticieros lo dicen todo: quienes están protestando son
campesinos de pura cepa. Es probable que en las marchas y protestas se
infiltren vándalos y grupos armados al margen de la Ley, es cierto. Pero en
esencia el movimiento es de esas personas humildes que madrugan todos los días
a cultivar esos alimentos que a diario
preparamos en casa.
Lo triste de este panorama es que
algunos de esos campesinos, llevados por la frustración, dejaron de lado el azadón
para empuñar piedras, palos y machetes en contra de la fuerza pública, quien
tiene la orden de no permitir bloqueos en las vías. El panorama no puede más
desalentador: se están enfrentando campesinos contra policías. Los hijos del
pueblo, de los estratos más humildes, que nada tienen que ver con las
decisiones del alto Gobierno que hoy generan molestia.
Martin Luther King entendía la
frustración que generan las injusticias, pero a su vez insistía en la necesidad
de protestar de manera pacífica. A mis
amigos del campo, con quienes me solidarizo plenamente en las razones de sus
protestas, les dejo unas líneas de "Tengo un sueño", ese inspirado discurso del consagrado
defensor de las minorías:
“…Pero hay algo que debo decir a mi gente que aguarda en el cálido
umbral que conduce al palacio de la justicia. Debemos evitar cometer actos
injustos en el proceso de obtener el lugar que por derecho nos corresponde. No
busquemos satisfacer nuestra sed de libertad bebiendo de la copa de la amargura
y el odio. Debemos conducir para siempre nuestra lucha por el camino elevado de
la dignidad y la disciplina. No debemos permitir que nuestra protesta creativa
degenere en violencia física. Una y otra vez debemos elevarnos a las majestuosas
alturas donde se encuentre la fuerza física con la fuerza del alma…”