Foto tomada de: runrun.es
Sí, debo reconocerlo: tengo la
fama de ser optimista obstinado. Veo oportunidades donde otros ven
dificultades. Esa es mi naturaleza. Esa es mi esencia. Así que en este entorno de tempestades que atraviesa el país en materia económica, debo escuchar nuevamente a mi instinto para
decir que debemos mantener el optimismo. Es eso, o echarnos a la pena y
dejarnos arrastrar por las malas noticias que salen todos los días y que nublan
aún más el panorama.
De esas malas noticias ya se ha
dicho bastante: que el desempleo se dispara, que tenemos un hueco (déficit
fiscal) cercano a los 30 billones de pesos que nos dejó la extinta renta
petrolera, que ese dinero faltante hay que cubrirlo con impuestos que debemos pagar todos los colombianos, que las calificadoras de riesgo “ya no nos quieren” y que ahora los inversionistas extranjeros la deben pensar dos veces antes de
traer su capital a estas tierras. En fin, el rosario de quejas es largo. Y es
real.
Pero también hay razones para no
echarnos a morir y mirar el vaso medio
lleno:
·
Colombia dejó
de ser país paria: Hace mucho rato que el mundo dejó de vernos como una
nación del tercer mundo en la que se matan entre compatriotas por culpa de un
conflicto armado y el narcotráfico. Ahora
nos miran con respeto. Prueba de ello es
que estamos en proceso de hacer parte de la Organización para la Cooperación y
el Desarrollo Económicos OCDE. El club
de los países con buenas prácticas para mejorar la calidad de vida de sus
habitantes.
·
Crecemos por
encima del promedio en América Latina: Nos mantenemos como uno de los
países con mayor crecimiento de la economía en América Latina (3,1% en 2015).
Si bien es menor al ritmo que traíamos, salimos bien librados en tiempos de menores
precios en bienes minero-energéticos.
·
Estamos adportas
de firmar la paz: Nada más ésta debería ser una razón para mantener el
optimismo. Si hemos logrado avanzar con
este lastre del conflicto interno por más de 50 años, imaginemos todo lo
que podríamos lograr en tiempos de paz.
·
Hay avances en materia de equidad:
Colombia es uno de los países más desiguales del mundo. Eso es una verdad de a
puño. Pero también lo es que estamos dando pasos importantes hacia un país más
equitativo. Al gobierno del presidente Santos se le pueden indilgar mil cosas,
pero hay que reconocer avances en materia social: hoy se destinan más recursos a
la educación que a la guerra (algo histórico), además hay un ambicioso
programa de viviendas gratuitas para los más pobres. Eso sin contar que las
inversiones en infraestructura vial necesariamente traerán consigo mayor
desarrollo de regiones apartadas.
Más bien aprendamos de la crisis. Una de las reglas de oro en
materia de inversiones es “no tenga
todos los huevos en la misma canasta”. Y eso nos pasó en Colombia, buena
parte de los ingresos fiscales se concentraron en la renta minero energética
que no duró mucho. Así las cosas estábamos viviendo de ilusiones. Hacíamos
cuentas alegres con un dinero que no teníamos.
La lección: las bonanzas deben aprovecharse para ahorrar y guardar para cuando la crisis
toque nuestra puerta.