lunes, 14 de marzo de 2016

El vaso medio lleno

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Foto tomada de: runrun.es

Sí, debo reconocerlo: tengo la fama de ser optimista obstinado. Veo oportunidades donde otros ven dificultades. Esa es mi naturaleza. Esa es mi esencia. Así que en este entorno de tempestades que atraviesa el país en materia económica, debo escuchar nuevamente a mi instinto para decir que debemos mantener el optimismo. Es eso, o echarnos a la pena y dejarnos arrastrar por las malas noticias que salen todos los días y que nublan aún más el panorama.

De esas malas noticias ya se ha dicho bastante: que el desempleo se dispara, que tenemos un hueco (déficit fiscal) cercano a los 30 billones de pesos que nos dejó la extinta renta petrolera, que ese dinero faltante hay que cubrirlo con impuestos que debemos pagar todos los colombianos, que las calificadoras de riesgo “ya no nos quieren” y que ahora los inversionistas extranjeros la deben pensar dos veces antes de traer su capital a estas tierras. En fin, el rosario de quejas es largo. Y es real. 

Pero también hay razones para no echarnos a morir y  mirar el vaso medio lleno:

·         Colombia dejó de ser país paria: Hace mucho rato que el mundo dejó de vernos como una nación del tercer mundo en la que se matan entre compatriotas por culpa de un conflicto armado y el  narcotráfico. Ahora nos miran con respeto.  Prueba de ello es que estamos en proceso de hacer parte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos  OCDE. El club de los países con buenas prácticas para mejorar la calidad de vida de sus habitantes.

·         Crecemos por encima del promedio en América Latina: Nos mantenemos como uno de los países con mayor crecimiento de la economía en América Latina (3,1% en 2015). Si bien es menor al ritmo que traíamos, salimos bien librados en tiempos de menores precios en bienes minero-energéticos.

·         Estamos adportas de firmar la paz: Nada más ésta debería ser una razón para mantener el optimismo. Si hemos logrado avanzar con  este lastre del conflicto interno por más de 50 años, imaginemos todo lo que podríamos lograr en  tiempos de paz.

·          Hay avances en materia de equidad: Colombia es uno de los países más desiguales del mundo. Eso es una verdad de a puño. Pero también lo es que estamos dando pasos importantes hacia un país más equitativo. Al gobierno del presidente Santos se le pueden indilgar mil cosas, pero hay que reconocer avances en materia social: hoy se destinan más recursos a la educación que a la guerra (algo histórico), además hay un ambicioso programa de viviendas gratuitas para los más pobres. Eso sin contar que las inversiones en infraestructura vial necesariamente traerán consigo mayor desarrollo de regiones apartadas.

Más bien aprendamos de la crisis. Una de las reglas de oro en materia de inversiones es “no tenga todos los huevos en la misma canasta”. Y eso nos pasó en Colombia, buena parte de los ingresos fiscales se concentraron en la renta minero energética que no duró mucho. Así las cosas estábamos viviendo de ilusiones. Hacíamos cuentas alegres con un dinero que no teníamos.

La lección: las bonanzas deben aprovecharse para ahorrar y guardar para cuando la crisis toque nuestra puerta.