miércoles, 15 de agosto de 2012

Sin pesos para comprar


Por: Ricardo Solarte

Dicen que después de la fiesta viene el guayabo, ese parece ser el molesto síntoma que está experimentando la economía colombiana que comienza a desacelerarse debido a la menor demanda interna. 

“Una casa que sea bonita y una piscina para nadar… y vestidos de mil colores y una jeepeta para pasear. Un Mercedes pa’ los domingos y un chofer vestido de frac, y una lancha no muy pequeña por si ella quiere ir a pescar… Casi na’, es lo que pide, para darme una oportunidad. Yo soy bueno y ella lo sabe, que mi amor es puro y real, lo malo es que en mis bolsillos no hay pesos para comprar”.

Esta canción de grupo merenguero Los Cantantes “No hay Pesos” parece estar inspirada en la historia de muchos colombianos durante este primer semestre del año, en el que a juzgar por las estadísticas “no hay pesos para comprar”.  De acuerdo con la encuesta más reciente aplicada por la Federación Nacional de Comerciantes (Fenalco) a los comerciantes del país, en el período enero- junio de 2012, sólo el 11%  logró sobrepasar la meta de ventas, el 42% la cumplió, y el 47% restante no la alcanzó.

¿La gente guardó su tarjeta de crédito? Aunque parezca un contrasentido, la respuesta es no. Las personas la siguen usando. Al menos eso es lo que se puede observar con la información que reportan los bancos y entidades financieras a la Superintendencia Financiera. Mientras en los primeros cinco meses del año 2011 las compras con tarjeta de crédito alcanzaron los $8,1 billones, en el mismo período de este año esa cifra alcanza los $9,4 billones (ver gráfico 1). Eso quiere decir que por los lados del dinero plástico las ventas no se han disminuido, por el contrario, crecen a un ritmo del 16%.



Esa buena dinámica  se puede observar en dos grandes referentes del consumo en el país como  Falabella con su tarjeta CMR y el éxito con la tarjeta Tuya. A los dos les va bien. CMR Falabella registra un crecimiento de 23% en sus ventas, al pasar de $578 mil millones a $713 mil millones (ver gráfica 2). Mientras que por los lados del grupo éxito con la tarjeta Tuya, la dinámica es aún  mejor, pues pasó de vender $422 millones a facturar $544 millones, lo que representa un incremento de 28% (ver gráfica 3).



Descartada la hipótesis del miedo de los consumidores a pasar sus tarjetas de crédito, la otra opción sería una disminución de las compras con dinero en efectivo. Pero tampoco es por ese lado. Una de las maneras de medirlo es por medio de las operaciones que se hacen con tarjetas débito.  Las compras con este medio también presentan buena dinámica durante los primeros cinco meses del año. Crecen a un ritmo de 28%, si se tiene en cuenta que en el año 2011 se registraron 5,5 billones de pesos, y este año 6,7 billones de pesos (ver gráfica 4). 



Así las cosas, quienes tienen tarjeta de crédito están gastando más que antes y quienes tienen tarjeta débito también.  Entonces, ¿por qué se quejan los comerciantes? Lo cierto es que se está hablando de una desaceleración de la economía, y  a esas voces se suman los industriales representados por la Asociación Nacional de Empresarios (Andi),  y hasta el presidente de la República.

Los tres al unísono le han pidieron al Banco de la República que baje las tasas de interés para estimular la demanda del crédito y por ende el consumo de los colombianos.  Y es que la menor demanda de crédito de consumo es una realidad. Mientras en los primeros cinco meses del  año 2011 se desembolsaron $32,7 billones en este rubro, en el mismo período de este año esa cifra ni siquiera llega a la mitad, registrándose en $14,8 billones. Es decir, se presenta una caída de -54% en los desembolsos que se debe a la falta de apetito por el crédito (ver gráfico 5).



Para Daniel Niño, director de investigaciones económicas de Bancolombia, los síntomas de desaceleración que presenta la economía colombiana no es un problema exclusivo de unas tasas de intervención, que a su juicio, no son altas si se comparan con la manera en que se han incrementado en otros países latinoamericanos cuando se aplican políticas restrictivas por parte del Emisor.

Niño sostiene que esos síntomas obedecen, entre otros factores, a la caída en la confianza de los consumidores posiblemente por las noticias internacionales que hablan de la crisis de Europa a la que Colombia no es inmune y que se ve afectada por la caída en las exportaciones en volumen y en precios. A esto se suma un panorama de demanda interna que tiene que lidiar con una desaceleración en el mercado de vehículos que el año pasado alcanzó un récord histórico en ventas y que este año no se repetirá.  

Lo cierto es que mientras hay voces que le piden al Emisor más rebajas como la que hizo el pasado mes de julio, según el más reciente reporte de estabilidad financiera elaborado por el Banco de la República, la carga financiera de los colombianos crece, y hoy está alrededor del 20%. Esto significa que de cada $100 pesos  que genera un hogar en ingresos, $20 se destinan a pagar una  deuda con los bancos que asciende a los $80 billones de pesos, $60 billones en crédito de consumo y $20 billones en crédito de vivienda.  

La experiencia internacional ha demostrado que una economía basada en consumo desenfrenado no genera un crecimiento sano y sostenible en largo plazo. Y el Emisor tiene en sus hombros la responsabilidad histórica de mantener su independencia consagrada en la constitución de 1991 frente a las presiones de los principales agentes económicos y políticos del país. 











lunes, 6 de agosto de 2012

Pensar productos para la base de la pirámide




No había tangibilizado tanto esas ideas de mercadeo para la base de la pirámide hasta que vi en una tienda de verduras un pote de aceite de presentación industrial, pero con una llave dosificadora que me llevó a preguntarle a la cajera de qué se trataba. Pues para sorpresa mía, ahora el aceite vegetal también se vende por centímetros cúbicos.

De esta manera comprobé lo que me decían mis profesores de Gerencia de Mercadeo, sobre la tendencia de vender las unidades “por cucharadas” para los estratos menos favorecidos. Esta es una necesidad a la que debe ajustarse las industrias que se dirigen al consumo masivo,  pues como dicen en el argot popular: la calle está dura, y la plata escasea.

En este caso específico del aceite de cocina, te venden desde 110 cm cúbicos, o más conocido como la botellita "pitufino" por sólo $600, mientras que si compras esa misma cantidad y no llevas el envase, te cuesta $800. Es decir, esta metodología de vender aceite vegetal con "traiga el envase" implica un ahorro de 25%, que le caen bien a cualquier familia del estrato uno y dos.

Y es que estas amas de casa de estos estratos debe ingéniaselas, cada vez más, para hacer rendir su dinero. Y si los gerentes de mercadeo de las empresas del consumo masivo están conectados con ellas dándoles estas clases de opciones tendrán una ventaja competitiva frente a quienes no lo hacen.