domingo, 27 de enero de 2013

¿Al toro lo capan dos veces?


Dicen que “al toro no lo capan dos veces”, pero esta máxima parece no aplicar en el contexto putumayense. Las pirámides, que tanta desolación y pobreza generaron en Mocoa y el departamento, están de vuelta.
Algunos avivatos que se las dan de “financistas” y “corredores de bolsa” están engañando a quienes creen que la plata cae del cielo y que no es necesario trabajar para conseguirla. Ojo, caer en sus redes nuevamente no es un acto de inocencia, sino de conchudez.

El DMG y DRFE, entre otras muchas, solo dejaron pobreza y desolación en el departamento y el país entero. Hace más de una década vivo en Bogotá y era triste volver a casa y encontrarse con un ambiente malsano, donde el dinero fácil había acabado con el requisito básico de una economía próspera: un modelo basado en el trabajo de su gente.

Cuando se cayeron las pirámides se acusó al sistema financiero de no tener figuras de ahorro atractivas que incentiven a las personas a tener sus recursos en las entidades vigiladas. Eso es cierto. Lo más atractivo es el famoso CDT que renta tan solo el 0,4% mensual. Quien abre uno de estos productos con un millón de pesos, recibe 4 mil pesos al mes por intereses.

Pero el CDT no es la única opción, también existe la renta variable. Es decir, el mercado accionario, que aunque tengan más riesgo, su rentabilidad en algunos casos es superior. Sin embargo, una rentabilidad promedio en cualquier negocio legal, con una entidad vigilada, en raras ocasiones supera el 12% efectivo anual.

Eso resulta irrisorio frente a lo que ofrecen las pirámides: un crecimiento de hasta el 36% mensual. Pero esos pesos de más no justifican hacer parte de un juego criminal. Lo que se conoce de estas redes cuando se derrumban es que con el dinero de gente honesta se estaba lavando activos, financiando el narcotráfico y evadiendo impuestos.

Estafas las hay en todos los estratos y no se salvan ni las entidades vigiladas. Interbolsa, una de las comisionistas de bolsa más respetables del país con el 30% del mercado accionario enfrenta ahora investigaciones de tipo penal que de a pocos van develando algunos delitos en los que pudieron haber incurrido sus directivos.

Por eso, cuando se trata de inversiones, lo mejor es trabajar con entidades vigiladas por la Superfinanciera. Sin embargo, existen dos reglas de oro que debe tener en cuenta: diversificar el riesgo, es decir, no poner todos los huevos en una sola canasta. Y la segunda, y más importante: sospeche de rentabilidades exorbitantes. Pues como dice el refrán: de eso tan bueno no dan tanto.

Estimados coterráneos: la riqueza se construye con el trabajo bien hecho, disciplina, y amor por lo que se hace, y no con inversiones milagrosas que rentan como si la plata se reprodujese de la noche a la mañana. Es hora de abrir los ojos y no dejarse pintar pajaritos en el aire.

jueves, 17 de enero de 2013

El Joe y Rafa Orozco viven



Con gran emoción vi cuando mi pequeño hijo de siete años agarró mi celular, entró a YouTube y buscó la canción “Solo para ti” de Rafael Orozco. Cuando la cantaba “a grito herido” me dijo: “Oye papá, se han muerto muchos buenos artistas” haciendo referencia al Joe Arroyo y a la inmortal voz del Binomio de Oro. Que felicidad tan grande, un niño de su edad, reconoce el talento de dos gigantes que se fueron y nos dejaron grandes legados musicales.

Esto es de resaltar, más aún cuando estamos en la era del reguetón. Sin querer denigrar de este ritmo, ni ofender a sus adeptos, creo que le hace falta inspiración, de esa que le sobraba a los juglares de la costa norte de Colombia  y a los éxitos salseros de épocas de antaño.  Vivimos otros tiempos, es cierto, y pareciera que las nuevas generaciones están condenadas a distinguir sólo entre tres ritmos diferentes: el perreo suave, el perreo duro y el perreo más duro.

Los expertos melómanos sabrán explicar mejor que yo las diferencias abismales entre lo que escuchamos hoy en la radio y aquellos éxitos musicales que marcaron épocas doradas de la salsa, el bolero, y el vallenato. Por mi parte, quiero referirme al papel de la televisión en que niños de la edad de mi hijo tengan la oportunidad de apreciar otra clase de ritmos musicales.

El canal RCN y Caracol Televisión han hecho esfuerzos por investigar y apostarle a súper producciones que nos hacen conocer la vida y obra de grandes artistas que ya se nos fueron. Eso es de aplaudir. Refresca llegar del trabajo en las noches y encontrarse con historias producidas en los paisajes naturales de la costa Norte de Colombia con toda su riqueza cultural. En mi concepto, esa televisión tiene más mérito que el “humor pachuco” de series como “Casa de reinas”.

Sé que muchos de los que leen esta columna me dirán que lo mejor para tener una buena salud intelectual es no ver televisión, o al menos evitar a toda costa la televisión colombiana. Pero, nos guste o no, este es un medio masivo que tiene una influencia muy fuerte en la sociedad. Creo que en lugar de cegarnos a la posibilidad de que nuestros hijos vean televisión, debemos enseñarles a consumirla de manera responsable.

El consumo responsable, debería iniciar, por ejemplo, por valorar series bien hechas, con base en investigación, y que además rescatan ritmos musicales que ahora brillan por su ausencia. Pero ese no parece ser el común denominador de los colombianos. El rating así lo demuestra. El programa más visto hoy es El Capo, le sigue Casa de reinas, en tercera posición está Colombia´s Next Top Model, y en cuarto lugar aparece Rafael Orozco, el ídolo. Que mal gusto televisivo tenemos.