sábado, 8 de junio de 2013

Los cuatro pecados de un disc jockey


Foto: www.waydn.com 

Para el cumpleaños de una de mis amigas recomendé un sitio de rumba en la zona rosa de Bogotá: Nuvo Bar. El año pasado había estado allá y todo fue bueno: la atención, la música,  el sitio agradable, buen sonido y sobre todo: un disc jockey que respetaba las canciones y las dejaba sonar en sus versiones originales, sin interferencias. Algo muy escaso en Bogotá.

De eso ya no queda nada. El bar cambió de dueño y todo se acabó. Ahora no entran ni moscas, y según me contó la persona encargada de la barra, este fin de semana fue el último del famoso Nuvo. En adelante tendrá otro nombre para convertirse, seguramente, en una de esas “corporaciones privadas”, como se hacen llamar legalmente los amanecederos.

Como pueden preverlo, quedé como un zapato con mi grupo de amigos por recomendar un sitio que en otrora era una rumba buenísima y que pasó a ser uno más de la lista de esos lugares con música estridente, y amenizado por un disc jockey que no respeta la música, ni a los rumberos.

Eso me inspiró para establecer los cuatro pecados de un disc jockey:

1.     Pone un volumen muy alto con demasiados brillos: Una de las claves del éxito de Andrés Carne de Res, el mejor bailadero de Colombia y seguramente de  Latinoamérica, es sin duda su música y sonido. El volumen es justo el necesario, con los brillos y bajos ideales, que dejan disfrutar la melodía y no cansan al oído. Además, se puede conversar y se escucha al interlocutor sin mucho esfuerzo. Ese ingrediente le da magia a este lugar, y hace que los momentos vividos allí adentro perduren para siempre en la memoria de las personas. 

2.       Mezcla, mezcla, y no se cansa de mezclar: De un tiempo para acá se cree que el mejor disc jockey es aquel que hace las mezclas más largas y con más efectos especiales. Eso no es cierto, a no ser que se trate de amenizar rumbas electrónicas. Tal vez ahí funcione bien ese estilo. Pero si hablamos de una rumba crossover las mezclas no son necesarias. De hecho, son fastidiosas. Uno saca a bailar a una persona una canción, no dos ni tres en línea.

3.  Altera las revoluciones del tornamesa para que las canciones suenen más rápido: Además de las mezclas, algunos disc jockey  que se las dan de creativos  piensan que la velocidad natural de las canciones no es la que más se ajusta a su estilo y le ponen más revoluciones. Ojo! la música es para disfrutarla como sus autores con tanto esfuerzo la compusieron, cuando se altera su velocidad se mata todo su encanto.

4.     Pone un “chispum-chispum” interminable a todas las canciones: En algunas rumbas uno no sabe si está bailando un reguetón, vallenato, salsa o merengue, pues en todas las canciones se oye de fondo un chispum-chispum propio de los ritmos electrónicos, bastante agotador.

Sé que algunos pensarán que el problema no son los disc jockey´s, sino el autor de esta columna que ha estado en las rumbas equivocadas. Pero no es así, una vez estuve en una viejoteca porque disfruto la música bailable de antaño, y hasta en ese lugar le metieron el “chispum-chispum” del que les hablo.

Todo esto me ha llevado a ser cada vez más amigo de las reuniones en casa. Por el bien de la rumba bogotana, ojalá los disc jockey´s acogieran mis sugerencias.

Seguir a Ricardo Solarte en Twitter: www.twitter.com/@ricardosolarte

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